miércoles, 26 de octubre de 2011

La explotación del indio en el “Sueño del Pongo”

Muchas veces podemos pensar que la situación de la explotación social es muy ajena a nuestra realidad, que es algo que no nos respecta, debido a que no la practicamos, y por lo tanto no debería inmutarnos. Pero… ¿realmente no la practicamos? ¿Realmente es una situación lejana a nuestro entorno? Tal vez, al vivir el día a día, acostumbrados a la rutina y “normalidad” del atropello, no se nos es posible notarlo. Tal vez vivimos ciegos, intentando tapar el sol con un dedo.

Para contar con un mejor entendimiento del tema, creo conveniente establecer primero una definición del mismo. Según el diccionario de la Real Academia Española, el concepto explotación es utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades o sentimientos de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera. Entonces se puede afirmar que una explotación es un atropello a la integridad humana, puesto que se hace uso de su esencia únicamente para satisfacer intereses propios, sin dejar importancia alguna para los intereses de la persona explotada.

El cuento “El sueño del Pongo” de José María Arguedas presenta una situación inevitablemente cierta y cercana a nuestra realidad. Narra la explotación de un indio, Pongo, por su patrón. Finalmente se muestra la reivindicación del indio a través de un sueño, el cual se lo cuenta al terrateniente. En dicho sueño tanto el Pongo como su patrón se encuentran en el cielo y ambos viven realidades diferentes a las suyas en vida, quedando así el Pongo en dicha y el hacendado en humillación. Se puede observar que este cuento refleja claramente la realidad peruana hace unas décadas, cuando la situación era extrema. En el cuento se hace clara referencia al maltrato físico y psicológico al indígena, simplemente por ser uno. Se alega además a la burla hacia éste, dejándolo en inferioridad y degradando su integridad constantemente. Lamentablemente ésta no ha cambiado mucho; si bien es cierto se ha apaciguado bastante, no se ha mejorado notablemente. La explotación sigue presente, de manera indirecta y hasta a veces invisible, pero presente. ¿Cómo?

No se deja de culpar a los indígenas por su ignorancia, por su falta de superación, cuando en realidad no son ellos quienes tienen la culpa de su falta de cultura. El ser humano vive de costumbres, y ellos se han acostumbrado a vivir de esa manera, se los ha acostumbrado a vivir de esa manera. Lo que pasa ahora es la consecuencia de todos aquellos años en los que ellos pasaron sus días en inferioridad, en humillación, con falta de recursos, de oportunidades. Así que ahora no conocen otra manera de vida, y culparlos por eso es como acusar a alguien de algo que no conoce. El hoy es la cosecha del ayer.

Lo único que esto provoca es un retroceso en el desarrollo económico del país, así como un impedimento para una unidad como nación. Al mantenerlos en un nivel sometido, el avance económico se ve truncado, pues no se permite el apogeo intelectual de cada ser, con el que se podría sacar provecho y hacer mejor uso de cada recurso natural existente en el Perú. Además, este contexto separa a la sociedad en dos grandes grupos, de los cuales sólo uno está destinado a triunfar. También esta realidad impide el avance, ya que es más fácil trabajar con un único grupo, a que con dos. Y con esto me refiero al Estado. Al trabajar con dos grupos muy diferenciados tanto social como económicamente, es necesario velar por las necesidades de cada uno, siendo éstas notablemente distintas para cada montón. Entonces el proyecto de desarrollo progresivo se demora, puesto que se debe hacer uno diferente para cada realidad. No es que no suceda, si no que se vuelve lento y más trabajoso.
Entonces, si realmente anhelamos una superación nacional, debemos incluir a cada miembro en ésta, sin velar únicamente por los intereses de unos y dejar de lado los de otros, explotándolos y violando su integridad. Pues, como ya mencioné, explotar no se refiere únicamente a un maltrato, sino también a un atropello. Un atropello de las aspiraciones, de los sueños, del intento de superación. Un atropello de las metas de cada persona, abriendo paso de esta manera a una frustración. ¿Por qué, mejor, no nos damos la oportunidad de confiar en nuestros compatriotas, y de creer en su capacidad y en la nuestra? Si estamos seguros de la eficiencia de nuestra capacidad para lograr nuestras metas, entonces no necesitamos de otros, no necesitamos de su excesivo sacrificio. La idea de la explotación para la superación personal queda entonces fuera de lugar. Mas para la superación nacional cada uno es indispensable, y todos necesitan de todos, por lo que hay que dar la oportunidad a cada uno de mostrar lo que tiene, de brillar, para así poder siquiera soñar son el apogeo peruano. Porque todos desean triunfar, todos anhelan cumplir sus metas. Porque todos soñamos.

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