miércoles, 12 de octubre de 2011

Análisis del cuento “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”

Gabriel García Márquez es un reconocido novelista de nacionalidad colombiana, quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982. Nació y creció en Aracateca, un pueblo chico y con costumbres hogareñas, las cuales las plasma en el cuento “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”. A la vez describe los escenarios de esta narración con características del desierto, tal y como era el entorno de su ciudad natal. Además, al pasar mucho tiempo con sus abuelos maternos en su infancia, obtuvo cierta influencia por parte de ellos. Su abuelo, que fue un coronel, le solía decir constantemente a su nieto: “Tú no sabes lo que pesa un muerto”, con lo que hacía referencia a la gran carga que era haber matado a un hombre; por lo que Gabriel representa en este cuento el significado de dicha frase, narrando cómo la abuela carga con los cuerpos de los Amadises muertos en todo momento y al lugar que fuera. Por otro lado, admiró mucho la manera en que su supersticiosa abuela tratara lo fantástico con la mayor naturalidad, por lo que su estilo predominante en sus obras es el realismo mágico.

La voz del narrador, que es cuasiomnisciente,  describe el abuso y la explotación que comete una abuela hacia su pequeña nieta Eréndira y la falta de libertad de esta última, como la locura por hacerle pagar una deuda pendiente, originada cuando Eréndira incendió la casa de la abuela por accidente. De esta manera la abuela decide prostituir a su nieta, ya explotada antes por hacer todos y cada uno de los quehaceres de la casa y atender a la abuela, y cómo durante este trayecto conoce a un adolescente: Ulises. A la vez se puede notar que el cuento se encuentra basado en una antítesis entre la abuela, que era grande y, a pesar de haber sido prostituta en su pasado, con mucha dignidad; y Eréndira, la cual era menuda e introvertida. Asimismo hay en el cuento una gran peculiaridad, que es la repetición del “viento de su desgracia”, el cual ocasiona la deplorable situación de Eréndira y el tema de este relato y que toma durante el avance de la narración el poder de cambiar el destino de este personaje.

El fragmento por analizar se encuentra a poco más de la mitad del cuento y narra el camino al mar. Se divide en tres apartados, de los cuales en el primero se describe este viaje, recalcando la antítesis entre ambos personajes y la grandeza de la abuela. “(…)Su tamaño monumental había aumentado(…)”, con esto la vos del narrador resalta el gran tamaño de la abuela y su increíble dignidad, haciendo uso de una metonimia y una hipérbole. Además se aprecia un símil en: “(…) debajo de la blusa un chaleco delona de velero, en el cual se metía los lingotes de oro como se meten las balas en un cinturón de cartucheras. (…)”, donde el narrador indica la manera en que la abuela se apega a sus riquezas, y las lleva consigo en el cuerpo, como si fueran indispensables. “(…)Eréndira estaba junto a ella, vestida de géneros vistosos y con estoperoles colgados, pero todavía con la cadena de perro en el tobillo.”, aquí se observa claramente dos antítesis, en las cuales la voz del narrador explica la gran diferencia entre la abuela, que va libre, y Eréndira, que va amarrada. La segunda antítesis es en la mera situación de Eréndira, que viaja entre y con riquezas, pero aún así presa a todo eso.



El segundo apartado narra una nueva visión del porvenir, en la que la voz del narrador relaza también la ironía de la abuela. “No te puedes quejar (…) Tienes ropas de reina, una cama de lujo, una banda de música propia, y catorce

indios a tu servicio. ¿No te parece espléndido? (…)”, se puede observar una enumeración, con la que la abuela intenta resaltar y hacer parecer mayor la cantidad de comodidades que posee Eréndira. “(…) Sí, abuela. (…)”, con esta frase Eréndira representa una rendición hacia la abuela, que hace referencia al nivel inferior que toma en esa jerarquía. “(…) Cuando yo te (…) no quedarás a merced de los hombres, porque tendrás tu casa propia en una ciudad de importancia. Serás libre y feliz.”, con esto la abuela crea una visión para el futuro de Eréndira, completamente nueva para ella, en la que deja muy en claro que la libertad no incluye a ningún hombre. A la vez aparece una nueva antítesis con respecto al primer apartado, en el que la voz del narrador describe cómo Eréndira viaja amarrada a una cadena de perro, entonces se acentúa la ironía de la abuela. “(…) Se sometió en silencio al tormento de la cama en los charcos de salitre, en el sopor de los pueblos lacustres, en el cráter lunar de las minas de talco, (…)”, donde el narrador hace uso de un asíndeton, que hace lenta la oración, para subrayar la pesadez que siente Eréndira y la monotonía de sus días. “(…) mientras la abuela le cantaba la visión del futuro como si la estuviera descifrando en las barajas. (…)”, se aprecia un símil, con el que la voz del narrador recalca la facilidad con la que la abuela le relata el futuro a su nieta.



En el último y tercer apartado se describe la llegada al mar, que habla sobre un cambio y hace referencia al alivio que sienten ambas al alcanzar los límites del mar y que abre las puertas a un episodio nuevo. “(…) al final de un desfiladero opresivo, percibieron un viento de laureles antiguos, y escucharon piltrafas de diálogos de Jamaica, (…)”, la voz del narrador se presta de una metáfora, en la que “viento de laureles” es algo nuevo y diferente al “viento de la desgracia” que cambió el destino de Eréndira, por lo que el primero lo cambiará de una forma distinta. Entonces se explica un cambio entre lo agobiante y algo nuevo, distinto. A la vez esta metáfora indica que el viento era muy fuerte, tanto así que escucharon “piltrafas de diálogos de Jamaica”. “(…) sintieron unas ansias de vida, y un nudo en el corazón, y era que habían llegado al mar.”, se hace uso de una aliteración, para acelerar el ritmo y así recalcar este cambio, que también trae sensaciones diferentes a las que habían sentido antes.



Este cuento relata una historia realmente triste e increíble, tal y como lo dice el título, en la que se nota claramente el estilo de Gabriel García Márquez: el realismo mágico; y debo agregar que me impresiona la facilidad con la que este escritor hace tan real algo que es irreal, lo hace parecer parte de la vida cotidiana. Y es que mientras leía sentía dentro de mí infinidad de sensaciones, desde indignación y cólera por la abuela y Eréndiras hasta ternura, mas ésta únicamente era por Ulises y la nieta. De pronto los personajes dejaron de ser ajenos a mí y llegué a involucrarme en la historia. Algunas veces no entendía las decisiones que tomaban los personajes, y debo admitir que en un primer momento preferí que el final del cuento sea otro; pero luego me di cuenta que no era posible, que de lo contrario, Eréndira no habría logrado su propósito y su sueño. Que el final feliz no es para nosotros, los lectores, sino que está reservado únicamente para Eréndira.

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