jueves, 2 de junio de 2011

Identitá

¿En qué consiste en realidad el deseo de superación? ¿Es acaso un intento de cambio? En el cuento “Alineación” de Julio Ramón Ribeyro se narra la historia de un muchacho zambo de nacimiento, Roberto, decidido a toda costa a volverse gringo debido a una única razón: el racismo. Así, decide teñirse, cambiar su forma de vestir y aprender inglés, lo cual lo logra a la perfección. Esto, desde fuera, era visto como deseo de superación, excepto por los que lo conocían bien y largo tiempo. Y la pregunta es, como ya lo mencioné al principio: ¿es necesario cambiar tan radicalmente para mejorar?
Según el diccionario de la Real Academia Española, el verbo “superar” está definido como: vencer obstáculos o dificultades. De acuerdo con esta definición, y con la ideología de Roberto, ¿quiere decir que nuestra identidad nos obstaculiza o dificulta nuestra llegada al triunfo? Cuando uno imita o intenta parecerse a culturas exteriores, muchas veces es admirado, la gente piensa: “Éste se quiere superar, debería ser ejemplo para otros”, pero lo que no nos damos cuenta es que al crear semejante pensamiento, disminuimos, humillamos nuestra cultura, nuestra identidad la dejamos en vergüenza, la mandamos al carajo, como si fuera algo que esconder, como si no fuera motivo suficiente para lograr ser un ejemplo. Y no digo que aprender cosas nuevas de culturas nuevas sea malo, es más, todo y completamente lo contrario, esa sí es razón para admirar, mas no de reemplazar lo nuevo por lo nuestro. Podemos combinar, usar lo aprendido para mejorar algunas cosas que como estaban no andaban bien, pero jamás reemplazar. No sería ético, no sería justo para todo lo que por siglos se ha ido formando de a pocos, y aún se forma.
Entonces, si reflexionamos un poco, ¿qué preferimos ser? ¿Cola de león o cabeza de ratón? Sinceramente, y desde mi punto de vista, diría que lo segundo. Porque no me importa ser parte de algo grande y dominante, si esa parte es lo más insignificante e imperceptible de ese algo tan temeroso, con tanto poder. Erigiría mil veces ser parte de algo insignificante e imperceptible, si esa parte es lo más grande y dominante de ese algo tan débil e inofensivo. Porque así sé que con esa parte grande y dominante puedo hacer de algo insignificante e imperceptible un triunfo, una leyenda, y sólo con mi cultura, sólo con mi identidad.
Además pienso que el hecho de ser la cabeza de ratón no depende del lugar, pues el lugar no hace a la persona; por el contrario, implica, más que someterse a las exigencias de la zona, una actitud. Pues no  influye, como ya he dicho, el sitio, ya que si se es cabeza de ratón en el más diminuto pueblo del mundo, se seguirá siéndolo en la más grande metrópoli. La actitud de liderazgo no cambia. Mas eso no compromete a que hayan mejores y peores, puesto que cada persona es diferente y goza de distintas inteligencias, nunca las mismas. Ésto significa que  algunos tienen talento en algunas actividades, y otros, en otras. Por esa misma razón opino que el sistema que la sociedad actual ha impuesto, y con esto me refiero a la competitividad, no es una forma posible para nosotros, debido a la complejidad de nuestras diferencias. Sin embargo es necesario adaptarse a dicho sistema, para así poder gozar de un desarrollo profesional adecuado. Pero esto se puede lograr de mejor manera explotando nuestras  capacidades, para lo que es necesario conocerlas, y no siempre siguiendo los regímenes puestos por la sociedad. A veces es mucho mejor romper patrones. No sólo para desarrollarse profesionalmente, sino también para ser felices, haciendo lo que nos gusta y en lo que somos buenos. Y eso es posible sólo si somos quienes somos, si valoramos, cuidamos y alimentamos nuestra identidad.
Y encuentro pertinente agregar que esto no tiene ningún  vínculo con la conformidad, ni que se le ocurra a alguien siquiera pensar semejante desfachatez. Todo lo opuesto, nos enseña a aceptar quienes somos en realidad, y sentirnos orgullosos de ello. Conformismo sería más bien intentar ocultarnos bajo máscaras, para así no tener que hacer sobresalir lo nuestro. Sería mucho más fácil triunfar aparentando ser lo que la sociedad pide, y no lo que uno mismo es. Entonces preguntémonos: ¿para superarse es un requisito hacer un cambio radical, o sólo deshacerse de la mediocridad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario