A través de los largos tiempos la mentalidad de las sociedades ha pasado por una inevitable y constante transformación, basándose en los anhelos e ideales individuales, así como en el contexto histórico y social en el que se desenvolvían; de manera que cada ser ha ido encontrando su determinada posición en la sociedad a lo largo de la historia. Este cambio ha sido notablemente más pronunciado en la imagen femenina, puesto que la misma ha tenido distintos derechos y por ende ocupado lugares radicalmente diferenciados en la sociedad, siendo en la historia una parte distinta del todo en cada época. La razón de dicha evolución en la mujer se rige principalmente en la combinación de sus más íntimos deseos y sueños con cierta aceptación social; lo cual refiere que aún dentro de nuestra sociedad existen distintos tipos de mujer. Pero… ¿nos damos siquiera cuenta de ello?
La intención de este ensayo es el análisis del tipo de mujer que representa Yerma, la protagonista del drama “Yerma”, escrita por Federico García Lorca, con una base en la clasificación de mujer según estudios iniciados en Alemania; con el fin de hacer encajar a Yerma en una determinada posición en la sociedad de la generación del 27, época en la que fue escrito dicho teatro, así como descifrar la verdadera intención oculta en este drama. Y es que, al referirnos al teatro, se hace imposible no mencionar la generación del 27, época que se caracteriza por ser inesperadamente vanguardista, que rompió todos y cada uno de los esquemas de ese tiempo a grandes escalas e innovó en ideas y formas. Esta generación tuvo un entendimiento y percepción de la sociedad muy distintos, que formaron en ellos un idealismo social, en el que la realización personal era posible para todos.
En el teatro Yerma es una mujer casada que ansía con todo su ser convertirse en madre, mas nunca lo logra. Así, le echa la culpa constantemente a su marido, Juan, acusándolo de ser él quien ni siquiera lo anhela. Finalmente, al haberlo intentado todo para obtener a su hijo, Yerma mata a su esposo ahorcándolo.
Ubicándonos en el contexto en el que Yerma vivía, se nos es posible notar que su sociedad es sumamente tradicional, con mujeres deseando lo que la misma les pide: ser buenas madres y amas de casa; pero no como un anhelo personal, sino como el intento de encajamiento y aceptación en la sociedad. Nos damos cuenta entonces que Yerma es externamente muy parecida a estas mujeres, también aspiraba a la maternidad. Por consecuente podemos concluir que Yerma es una mujer tradicional, que se rige principalmente por las tradiciones y los parámetros de su entorno social, debido al fin al que ella espera llegar. Mas si se hace una observación más profunda, y se analiza la causa de su persistencia, su imagen cambia. Yerma se convierte entonces en una feminista existencialista, que está cansada de que la miren como un ser pasivo, y, en vez de eso, anhela tomar parte y ser activa en su realización; y, a pesar de la oposición y el rechazo de su sociedad hacia su aspiración, ella insiste, se mantiene firme y lucha por sus ideales, decidida a enfrentarse y derrumbar cualquier obstáculo que se interponga ante su realización. A ella no le importa ser aceptada socialmente, sólo realizarse. Es por eso que Yerma, al final del teatro, asesina a Juan, pues es un estorbo que le impide lograr su anhelo. “JUAN (…) Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. (…) No tenemos culpa alguna. (…)”, con esto Juan deja en claro que el no desea hijos y se excusa de su antagonismo; lo que refleja claramente a una sociedad que se opone a la realización personal y que intenta persuadir a los luchadores de alejarse y dejar sus ideales, excusándose de ser una obstrucción para su éxito. “(…) YERMA. Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. (…)”, con lo que Yerma deja en claro su inconformidad y frustración ante ser vista como un ser tradicional que se resigna a actuar y cumplir los parámetros que la sociedad le impone, y no como alguien digno de sueños y logros y de derecho a la realización. “(…) JUAN. Es verdad. Como todos. (…)”, todos esperan de ella lo tradicional, y se reafirma su falta de interés por la aceptación social, así como la resistencia colectiva. “(…) JUAN (…) a ver si de una vez vives ya tranquila! (…)”, se resalta la presión y la apelación de la sociedad al olvido de su anhelo. “(…) JUAN. Bésame… así. / YERMA. Eso nunca. Nunca. (Yerma da un grito y aprieta la garganta de su esposo. (…)”, pero entonces nos damos cuenta que Yerma persiste y se rehúsa a aceptar la proposición de Juan, la sociedad, y tumba aquel óbice que le imposibilitaba el logro de su realización.
Al parecer tenemos mucho que aprender de las mujeres sufragistas, ¿no lo creen? Su persistente convicción por sus ideales y sueños, su incansable forma de luchar para lograrlos, y su inagotable esperanza de realizarse. Tal vez eso es lo que falta en la sociedad de hoy en día, personas que sean fieles a sus principios, sin importar las trabas y situaciones desventajosas en las que la sociedad pueda ponerlas; que no caigan en el profundo e interminable abismo de las expectativas sociales, en el que el mayor deseo no es salir de él, sino cumplir las aspiraciones y ambiciones que la sociedad nos impone como nuestras; y que logra desviarnos de las metas propias y hundirnos cada vez más en la frustración de la inconformidad. Es así como se forman las máscaras y las dobles caras, que únicamente intentan quedar bien ante la sociedad. ¿Es ese el tipo de entorno que queremos? ¿Gente falsa que no siga sus sueños y que finja para encajar en la sociedad? ¿No sería mejor una en la que las personas sean auténticas y se muestren tal y como son y luchen por sus sueños por sobre todo? Aprendamos de las mujeres sufragistas esa autenticidad.
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